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24 de febrero de 2013

Imexto. Todos cabizbajos


Pasará ante ti la mujer de tu vida y tú caminarás agachado, mirando el móvil, escribiendo gilipolleces sobre la soledad.

20 de febrero de 2013

No es otra entrada de puesta al día... o sí

¡He vuelto! Parece que estoy diciendo esto cada poco tiempo pero eso es porque cada vez actualizo menos sobre mi vida cotidiana. En realidad no estoy de viaje siempre, todavía no me he hecho nómada.

¿Y qué he estado haciendo estas últimas semanas? Pues como os dije le di una sorpresa a mi novia apareciendo de repente y pasamos unos días juntas disfrutando de la capital del Turia. El día de San Valentin hicimos lo que mejor se nos da: comer cosas ricas.

La tarta es de esas de Royal, aún no hemos perfeccionado el tema repostería

Después cogí un bus y aparecí en Bilbao, una ciudad genial con pintxos idem. Había estado de pequeña pero apenas me acordaba. Un lujo visitar el Guggenheim de noche con todos los guiris alrededor y mientas pinchan música extraña (si a eso se le puede considerar música) mientras veíamos las exposiciones de arte (si es que a eso se le puede llamar arte) Un estupendo  fin de semana con los amigos para cerrar unas vacaciones que surgieron de repente.

Así que ahora a proyectear hasta que me sangren los ojos o los dedos, lo que sea primero. No quiero que me pille el toro tanto como con el proyecto de la carrera. Para llevarlo a cabo he decidido aplicarme el siguiente lema:


Y para cerrar la entrada con algo de actualidad os dejo con la chorrada más grande del momento, el Harlem Shake, un movimiento youtuberil que consiste en una persona bailando una canción y cuando ésta cambia de ritmo aparecen más persona. Qué cosa tan rancia, ¿no? Mirad videos en youtube, seguro que alguno os hace gracia (eso o pensáis que es la cosa más tonta del mundo como me paso a mí la primera vez que lo vi)

8 de febrero de 2013

¡Sorpresa!

Hace un par de días que me encuentro en la provincia de las naranjas, la horchata y la paella disfrutando de una de las mejores compañías que se pueden tener. ¿Por qué no lo he venido anunciando a bombo y platillo desde hace un mes? Pues porque se trataba de una pequeña gran sorpresa y ella, como es super fan mío, está mirando el blog a cada minuto (¡es bromaaaa!) y se enteraría. 

Hacer creer a tu pareja a distancia que estás en casa o en la universidad durante las 12 horas que tardé en llegar no fue tarea fácil. Gracias a WhatsApp y a Facebook por ello. Tras un viaje eterno de mentiras o medias-verdades, haciendo una parada de hora y media  en la estación de autobuses de Madrid, llegué a mi destino (casi lloro cuando vi las luces de la ciudad al fondo)  Uno de sus amigos me recogió en la estación y me llevó hasta la puerta de su casa. Aplausos a él también.

Cuando ella me abrió la puerta y me vio se quedó tal que así durante dos o tres minutos:


Faltaba más de mes y medio para vernos así que imaginaos la sorpresa que supuso el reencuentro. Cuando consiguió reaccionar le conté que estábamos todos compinchados (madre incluida) 

Así que ahora mismo estamos disfrutando de una semanita y pico de vacaciones juntas en Febrero. Antes de que me llegue todo el agobio de las prácticas y el proyecto que ya me está dando algún quebradero de cabeza. Pero todo eso ya se lo dejo a mi yo del futuro. De momento...
Paz y amor.

3 de febrero de 2013

Los afortunados

Vamos a morir. Y eso nos convierte en los afortunados.
La mayoría de la gente no morirá nunca, porque no van a nacer nunca. La gente que potencialmente podría haber estado aquí en mi lugar, pero que de hecho nunca verán la luz del día, supera con creces el número de granos de arena del Sahara. Sin duda entre esos espíritus no nacidos hay poetas más grandes que Keats, científicos más grandes que Newton...
Sabemos esto porque el conjunto de personas posibles que permite nuestro ADN, supera masivamente al conjunto de personas que existen.
A pesar de esta abrumadora pequeña posibilidad, somos tú y yo, en nuestra normalidad, los que estamos aquí.
Nosotros, los pocos privilegiados que ganamos la lotería de nacer contra todo pronóstico, ¿Cómo osamos lloriquear por nuestro inevitable regreso a ese estado previo del que la inmensa mayoría jamás escapó?

Por Richard Dawkins
 

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