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20 de enero de 2011

Érase una vez... (I)

Inauguro sección (espero ser más constante esta vez) en la que voy a contar esas pequeñas historias que voy leyendo en libros, blogs o a lo largo y ancho de Internet. Si me animo incluso puede que incluya algunas de mi propia cosecha.

La primera historia la encontré en el libro que decora mi mesita estos días: El contador de historias. Me lo regalaron para el cumpleaños pero lo he empezado a leer hace un par de semanas. Como bien dicen las críticas, lo considero las mil y una noches del siglo XXI. Las múltiples historias que narra hace que te pierdas un poco al principio y que apenas te de tiempo a acostumbrarte a los personajes pues dos páginas más allá estarán hablando de otros, pero cuando le coges el truquillo y te acomodas a la prosa ligera, empiezas a devorarlo. Es extenso (650 páginas) pero de momento es bastante ameno. 


Érase una vez, o quizá no, un hombre devoto, temeroso de Dios, que vivió toda su vida en función de sus estoicos principios. Murió en su cuarenta cumpleaños y despertó flotando en la nada. Sin embargo, debes saber que flotar en la nada era cómodo, ligero, sin aire, como estar en el útero materno. El hombre se sintió agradecido.
Pero luego decidió que le gustaría pisar tierra firme, para sentirse más sólido. Y, por arte de magia, se halló de pie en la tierra. Sabía que era tierra porque reconocía la sensación.
Y sin embargo deseaba ver. Quiero luz, pensó, y la luz apareció. Quiero sol, no cualquier luz, y que por la noche alumbre la luna. Sus deseos le fueron concedidos. Que haya hierba. Adoro la sensación de pisar la hierba. Y así fue. Ya no deseo estar desnudo. Que sólo prendas de la más pura seda toquen mi piel. Y cobijo, necesito un gran palacio cuya entrada posea escaleras dobles, y cuyos suelos sean de mármol y las alfombras persas. Y comida, los mejores manjares. El desayuno era inglés; el refrigerio de media mañana, francés. El almuerzo era chino. El té de la tarde, indio. La cena era italiana, y lo último que tomaba antes de acostarse, libanés. ¿Libaciones? Tenía a su disposición los mejores vinos, por supuesto, y champán. Y compañía, la mejor compañía. Pidió poetas y escritores, pensadores y filósofos, hakawatis y músicos, bufones y payasos.
Y luego deseó sexo

Pidió mujeres de piel clara y de piel tostada, rubias y morenas, chinas, asiáticas, africanas y nórdicas. Las pidió de una en una, y de dos en dos, y por las noches celebraba orgías. Pidió chicas más jóvenes y después mujeres mayores, sólo por probar. Luego se dedicó a los hombres, musculosos y delgados. Luego a los niños. Luego a niños y niñas juntos.
Después se aburrió. Intentó mezclar sexo y comida. Niños con comida china, niñas con india. Pelirrojas con helado. Luego pasó a probar el sexo con sus acompañantes. Se folló al poeta. Todo el mundo se folló al poeta.
Pero de nuevo se aburrió. Los días eran interminables. Pensar en nuevas ideas se convirtió en algo fatigoso y fatigado. Cualquier deseo que se le ocurría le era concedido.
Ya estaba harto. Salió de su casa, miró al cielo glorioso y declaró:
—Querido Dios. Te agradezco Tu generosidad, pero no puedo permanecer aquí más tiempo. Preferiría estar en cualquier otro lugar. Preferiría estar en el infierno.
Y una voz atronadora le replicó desde arriba: 
—¿Y dónde te crees que estás?

6 comentarios:

Noúmena dijo...

¿Qué significado le ves a este cuento?

Yunns dijo...

Joder. Qué cuento.
No sé por qué me da que me va a gustar el libro... intentaré pillármelo a ver, porque tanta serie, películas y fanfics han hecho que pierda un poco el hábito de leer y ya va tocando retomarlo, pero no sabía con qué empezar haha

Bueno, suerte con los últimos exámenes!
Un besín :)

Doctora dijo...

Es curiosa la historia,te deja pensando (vamos,que no sé si la he entendido,pero me ha gustado).
Me encantan los libros de relatos :)

Pilistruski dijo...

Buah, interesante, pero macabro también...casi casi llega al gore de caperucita roja XDDD No creo q lo lea, pos los cuentos no me gustan mucho, pero bueno, así sueltos de vez en cuando...
PD:Al concierto no creo q vaya,como mucho, de acompañante, pq el tío no me da más. Ya nos cuentas! bss y suerte pa lo q te queda!

Estela Rengel dijo...

Me ha gustado, aunque tenga el componente religioso ahí me gusta eso de que el hombre se buscó su propio infierno pensando que estaba en el paraíso. Gracias por la recomendación. ^^

Thiago dijo...

jaj es que chica el aburrimiento es un "estado interior" que es lo que dice la iglesia ahora que es el cielo y el infierno también. Y es que hay gente que se aburre en cualquier sitio. Este tio era gilipollas, tenía que haber pedido Wifi e internet gratuito en esa nada en la que flota y sin pagar a telefónica... y así entretenerse en esta blogosfera en que flotamos todos, jaaja.


Bezos.

 

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