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20 de julio de 2013

15 de julio de 2013

Tiempos de cambio

Mientras el verano discurre a pasos agigantados sin que pueda hacer nada para evitarlo se ha confirmado una noticia que venía materializándose desde hace un año: me mudo de ciudad.

La ciudad destino no es otra que Barcelona, las posibilidades de futuro allí son mejores y aunque siempre recordaré la tierrina como el sitio donde me crié y que me ha servido de hogar durante los últimos veintidós años tengo muchas ganas de emprender esta nueva etapa de mi vida.

Pero aún no quiero ponerme sentimental. Aún queda por delante un verano en el que me parece que quiero hacer demasiadas cosas para el poco tiempo que tengo. Algunas de esas cosas pasan por hacer un juego, escribir algunos relatos pendientes, retomar una novela que dejé aparcada, mejorar en mi manejo con la guitarra, salir de fiesta hasta el amanecer (este objetivo me lo planteo más bien para todos los veranos, este año sólo lo he conseguido una vez y moló mucho :) 

De momento sigo con mi retiro espiritual de todos los años en el pueblo, que este año se está haciendo un poco más cuesta arriba. Me han dejado a cargo de un Chou-chou un poco rancio. Sacarle a pasear rompe al menos un poco la rutina del día a día.

Paz y amor y cremita pal cuerpo.

9 de julio de 2013

Del orgullo y otros acontecimientos veraniegos

Estas semanas de desaparición están justificadas. Como os comenté, he estado en la comunidad de la paella y la horchata de nuevo con una de las mejores compañías. 

Hemos disfrutado de unos días de piscina, playa, perros pelados, compras, calor y muuuuchos mimis. 

Por si fuera poco este año no hemos disfrutado de uno sino de dos orgullos. El primero en Valencia City donde salimos de noche con un grupito de gente super maja. Usamos la bandera del orgullo como apoyaculos hasta que dieron por finalizada la verbena. Después acabamos mi novia y yo en un club de ambiente con zona de chicas. No sé en otras ciudades pero en una ciudad tan grande como Valencia me niego a creer que haya tan pocas lesbianas y todas poco femeninas. Puede que las acapare todas Rita Barberá. Uno de los mejores momentos de la noche fue volver en coche con la música a todo trapo mientras amanecía. 

Una semana después nos encaminábamos a Madrid con las expectativas altas de los dos años anteriores. Qué ilusión realizar el primer viaje con mi novia y que hacer las maletas no signifique separación. Creo que no dejé de sudar desde que llegamos a la capital hasta que nos fuimos. ¡Qué caló!

El viernes noche tocó botellón en la mítica plaza del hotel de Chueca donde por coincidencias del destino se acabaron juntando los amigos de mi novia y mis amigos. Creo que no había ni un heterosexual salvo una japonesa que era la caña. A la pregunta de: - ¿te gustan los chichis? ella siempre contestaba: - Ya tengo bastante con el mío. 

Después de bailar y cantar en la calle y beber calimocho para refrescarse acabamos en una azotea del centro de Madrid viendo amanecer de nuevo. Debió ser el único momento que incluso tuve frío. A las 7 de la mañana nos fuimos a la cama y nos dormimos (una antes que la otra :P)

El sábado era el día del famoso desfile del orgullo LGTB (para no discriminar a nadie) Este año, gracias a la señora Botella el recorrido ya no pasaba por la mítica Gran Vía por lo que tuvimos que desplazarnos al paseo del Prado para verlo. El cambio de recorrido, a mí parecer, no ha sido un acierto. En nuestra zona había muchísima gente y al no haber edificios circundantes no nos caían cubos de agua encima como otros años. Todo esto resultó en más calor y en más agobio. 

Por suerte la gente se fue separando a medida que avanzaba el desfile. Parte reivindicativa al principio y carrozas y locas más tarde, como todos los años. Vimos a Boris Izaguirre, Rebeca (la de Duro de Pelar) y Paco Arrojo (la Voz). A pesar de que el desfile fuera menos extenso que otros años, se demoró hasta las diez y pico de la noche. 

La fiesta se dio por concluida para nosotras bastante pronto, no sé como hay gente que todavía sale de noche después de salir de casa a las seis de la tarde. Cuando cerraba los ojos sólo podía ver gente alzando banderas multicolores.


Tras la triste despedida ya vuelvo a contar los días para el próximo reencuentro. Ahora me esperan unos días de relax en el pueblo con mi pequebrother. Este es probablemente mi último verano totalmente libre y pienso exprimirlo hasta el último día de Agosto.

Paz y amor.
 

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