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3 de mayo de 2013

La aventura de las bicicletas

No sé por qué ni cómo nos apañamos INyD y yo que siempre nos pasa algo cuando intentamos hacer algo que se salga un poco de la rutina.

Lo último sucedió ayer, después de estar media hora intentando cuadrar dos bicicletas en un maletero y la consiguiente mala hostia porque el aceite acabó en la ropa, nos plantamos en el metro de Valencia tras un considerable madrugón (madrugar para nostras es todo lo que sea no levantarse por iniciativa propia xD) 

Nos encontrábamos tan felices en el metro cuando una señora nos avisó de que no podríamos bajar con las bicicletas en la parada que queríamos porque no dejan. Resulta que si todo el mundo trae bici al metro por semana, éste se peta y no puede ser. Después de contrastar esta información con una revisora borde (a ver si la señora era homófoba y nos estaba vacilando) nos tuvimos que bajar en una estación perdida de Valencia (pasando un poco de la revisora que nos mandaba bajar en un pueblo de a tomar por culo). En esos momentos agradecimos el invento del GPS y después de unas cuantas vueltas por un barrio sin coches llegamos al comienzo de nuestro paseo.

El día discurrió sin incidentes salvo el momento en el que, intentando esquivar a otro ciclista metí todas las ruedas y el pie en el barro manchándome todo el pantalón. Pero bueno, las manchas y yo es que somos amigas de toda la vida. Nos hicimos todo el antiguo cauce del río del Turia. Una pasada de paseo y lo que es, a mi parecer, una de las mejores formas de conocer la parte más bonita de la ciudad. Un picnic, una horchata y muchas fotos después se nos planteaba la duda de cómo volver. ¿Nos la volvíamos a jugar con el metro? ¿Nos quedábamos a vivir en la ciudad porque no teníamos como volver? 

Finalmente optamos por coger un cercanías que, por suerte, si aceptaba bicis. El problema fue que aparecimos en un otro pueblo distinto al que teníamos que aparecer. De nuevo GPS con la batería a punto de apagarse, pedaleando entre campos de naranjas, preguntando a señores más perdidos que nosotras y con el culo que no sabíamos ya si era nuestro o del vecino. Ahí fue donde yo casi muero, menos mal que INyD sabe hacer la reanimación e iba más tranquila.

Después de 22 km en bicicleta y unos cuantos más en metro y cercanías por fin estábamos en casa. A pesar de todo fue una experiencia muy guay y un paseo genial junto a la mejor compañía que se pueda pedir. 

Lástima que no nos quede mucho juntas aunque con cada nueva despedida habrá un nuevo reencuentro.

PD: ¿por qué con todo lo que ha avanzado la raza humana los sillines de bici son tan sumamente incómodos?

4 comentarios:

Doctora dijo...

Me encanta cuando se ponen a hacer campañas para que la gente use el transporte público y después no ponen más que impedimentos para que la gente vaya.

Yo he visto que a los niños pequeños a veces les llevan en bici y van sentados en una especie de sillita detrás de los padres. Igual deberían hacer algo así para adultos.

InyD dijo...

De los 11 días, creo que este fue el mejor.
Y la mejor compañía la tengo yo :)
Lo repetiremos algún día? xD
Disfruta del pequeñín ahora.
Besitos guapa.

Nosu dijo...

Pero ya tenéis sillines de mujer, criaturas? De eso anchos de detrás... y blanditos...

Yo toda la vida jodiéndome la pelvis con sillín de chico, y resulta que había anchos pa mujeres! xD

Ío dijo...

Bici de paseo con sillín ancho y barra baja, llamadme comodona, pero las otras son horríbilis :D

 

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