Marcos etiqueta todas sus fotos en Facebook. Dedica horas a buscar caras en las imágenes. Pixel a pixel su vida es un museo de nombres. Todas sus imágenes un mapa lleno de leyendas.
María en cambio prefiere Twitter, deja comentarios en todos sus seguidores y sigue a todas aquellas personas que aparecen en el televisor. Series, noticias, deportes. Todos son malla para su vida en la red.
Marcos sueña con etiquetar el mundo entero y pasea por la ciudad cargado con una cámara y un cuaderno. Hace fotos al que pasa por delante, le detiene, le pide nombre y primer apellido. Marcos pesca etiquetas al caminar.
María en cambio habita dentro de su teléfono móvil. Ve la punta de sus zapatos cuando sale de casa y se mueve por costumbre. Conoce cada escalón, cada agujero, el número de pasos hasta el siguiente semáforo. Si escucha algo interesante levanta la cabeza, observa un instante, y lo planta en 140 caracteres para disfrute global.
Marcos y María se cruzaron.
Marcos hizo una foto y no vio más que una nuca, una chica caminando con la mirada perdida en la pantalla de su móvil. Marcos soltó una palabrota porque alguien sin cara no es etiqueta.
María escuchó el joder vaya mierda y no levantó la vista. Nada que plantar en su mundo, no merecía la pena esa molestia. María continuó navegando.
Marcos y María están hechos el uno para el otro. Ellos no lo saben pero, gracias a Internet, lo sabemos todos nosotros.
Extraída del Microrelatista
4 comentarios:
Me ha gustado!! Y la verdad es que este relato describe a alguna que otra persona que conozco...jajaja... :P
Bsoss
Me gusta. ¿Se llegarán a encontrar María y Marcos y serán el uno para el otro esa persona que haga que despegues la cara del portátil o del móvil?
Que chulo :d me gusta el relato y eso de introducir el face y el twitter, la gente está tan cegada con las redes sociales que no ven el mundo.
Vaya, me siento un poco Marcos...
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