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16 de noviembre de 2010

Las historias que me cuenta mi abuela

El pasado Sábado me desperté con una sensación de tristeza horrible. No me había sucedido nada en particular pero parecía que sólo las cosas malas de la vida me venían a la cabeza y las lágrimas se pugnaban por salir a cada instante.

Tras hacer un par de recados decidí hacerle una pequeña visita a mi abuela que hacía mucho que no veía. Sé que es mi abuela y todo eso pero es que, de verdad, esa mujer es la caña. Mi madre cada vez se parece más a ella y sinceramente espero que ese buen humor y ese optimismo me duren tantos años. Su perrita, uno de los miembros de la familia con la que mejor me llevo, vino a recibirme con su alegría particular a pesar de estar sin verme como tres meses.

Estuve hablando con mi abuela un buen rato. Hasta que salió el tema tabú: la política. Es que es totalmente subjetiva. Le da igual que Zapatero lo esté haciendo como el culo, ella siempre será del PSOE. Sus palabras textuales fueron: ¿y qué vas a votar al calzonazos de Rajoy? Hablando de Mariano, le comenté sus últimas declaraciones sobre el matrimonio gay. Que pensaba quitar la ley y cambiarle el nombre o no se qué movidas.

Inveitablemente surgió el tema gay. Y como toda abuela que se precie empezó a contarme historias de sus años mozos. La verdad es que las dos, muy tristes.

La primera historia que me contó era de un amigo suyo de la juventud. Salía con su pandilla de vez en cuando después de volver del exilio y, claro, en aquella época el chico superarmarizado y todo. Me contó que en un momento los vecinos le pillaron besándose con otro chico y a partir de ese momento todo fue cuesta abajo. Le hicieron la vida tan imposible que el chico acabo suicidándose. ¡Qué horror!

La segunda historia es casi igual de triste. Otro amigo (este de la infancia) un poco amanerado y , por lo que ella cuenta, muy gracioso, se quedaba a vivir con ellos de vez en cuando por lo que era considerado uno más de la familia. Incluso cuando llegaba a casa soltaba un: ¡aquí llegó la reina! Mi abuela me contó que acabó fugándose con un muchacho del teatro argentino pero con el paso del tiempo la relación no se consolidó. Meses después de haber deambulado por el mundo probando experencias volvió a la ciudad con una rara enfermedad que acabó por costarle la vida, seguramente sería SIDA. Tenía sólo diecinueve años.

Historias así son las que te hacen darte cuenta de cuánto ha avanzado la aceptación de algo tan natural como es la homosexualidad. Cómo si estas personas vivieran ahora mismo no habrían sufrido estas tragedias. Y eso que aún queda mucho por avanzar. Lo bueno de esto es que todas las personas que convivieron con ellos (como mi abuela) ven la homosexualidad como un aspecto más de las personas, como lo que es. Ya les gustaría a muchos retrógados tener el razocinio y buen juicio de una persona de 80 años como ella.

Momentos después de esas historias que me dejaron algo tocada, ella notó mi humor un tanto apático. Sus palabras hicieron que, al menos, me sintiera un poco mejor.
- Ay hija aprovecha. Si es mal de amores, ya se te pasará. Si yo tuviera tu edad estaría bailando por ahí. Te queda tanta vida por delante como para malgastarla.



4 comentarios:

Nosu dijo...

lo malo es que quizá hoy también habrían sufrido igual, puesto que últimamente se han suicidado (sobretodo en EEUU) y siguen suicidándose multitud de adolescentes homosexuales. Eso sí, leí un libro sobre la homosexualidad en tiempos de Franco y es pa cagarse.

Ahora tenemos menos posibilidades de pasarlo mal, pero haberlas, haylas

Y haz caso a tu yaya, a bailar!!!

Pilistruski dijo...

Buah, vaya caña de abuela! las mías dicen unas cosas al respecto que son pa mear y no echar gota. Siempre en plan negativo of course. Lo de los suicidios...bueno, según en que sitios los seguirá habiendo, es inevitable...
Hazle caso, y a zapatear un rato! Lo que tenga que venir, vendrá.

Estela Rengel dijo...

Qué abuela más genial, ya podría pegárseles algo a muchos...

Pienso como Nosu, que aún podrían haber sufrido, pero sí, al menos aquí ya no te llevan al paredón por no ser como ellos quieren que seas...

En fin nena, yo sé de qué es ese mal que te hace estar tristona, pero te digo lo mismo que tu abuela y lo mismo que te dije anoche. El mar está lleno de... "truchas". :P

Un abrazo.

La Ardilla Voladora dijo...

Ojalá mi abuela fuese como la tuya, la mía piensa que la homosexualidad aún se puede curar: "¡Yujuuu!, menos mal, abuela, me dejas mucho más tranquila".

En fin, sea por lo que sea, por lo que estás triste, sonríe porque hay más mujeres que bolis :p.

 

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