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23 de julio de 2010

Frente... ¿frío?

Nunca fui mujer de un solo paraguas. Pocos, muy pocos me han durado semanas; la mayoría días contados.

Y no, no es cuestión de olvido o memoria. Si los abandono - escojo minuciosamente el espacio y el momento- en el metro o sobre la mesa de un restaurante es, simple y llanamente, por desamor.

Necesito cada vez más tiempo para superar esos naufragios. Paso meses buscando un nuevo candidato: prefiero, después de tantos fracasos calarme hasta a los huesos a equivocarme. Me pateo tiendas y centros comerciales: unos chulean de doble varilla, otros - los más vulgares- de centímetros de contero; los plegables juran y perjuran que se adaptarán a mi vida.

Este otoño que promete ser torrencial me ha hecho precipitarme: ahí lo tienen, en el atestado paragüero de la cafetería. Sí, el estampado.

Como lo pierda de vista o lo deje de la mano, me abandonará y se irá con cualquiera. No, no parece - fíjense cómo presume de mango-paraguas de una sola mujer.

En fin...

Me pongo mis mejores prendas para salir esta noche. Necesito desfasar un poco y buscar calor fuera de las calles.

2 comentarios:

Tantaria dijo...

No lleves paraguas mujer, ¡que te dejen uno!

Estela Rengel dijo...

Lo que mola es que un chico guapetón de acoja bajo su paraguas, agarrarte de su brazo para caber los dos debajo y que surja la magia de la lluvia.

 

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